martes, 3 de abril de 2018

Los haikus



El haiku es un subgénero poético que pertenece a nuestra tradición literaria: lo hemos importado de la literatura japonesa.  Eso, por supuesto, no significa que no haya haikus escritos en español porque las distintas culturas aprenden unas de otras y así se enriquecen. Todos los ejemplos de haiku que incluiremos en esta entrada proceden de autores hispanoamericanos.
El haiku está formado por tres versos de 5, 7 y 5 sílabas. Son versos, por tanto, de arte menor ( así llamamos a los versos de ocho o menos sílabas). Los versos de cinco sílabas reciben el nombre de pentasílabos, y los de siete son heptasílabos. Otra característica de esta composición es que sus versos no riman. Cuando un poema está formado por versos que tienen una medida fija (como en este caso), pero carecen de rima, decimos que son versos blancos. 
El tema de los haikus japoneses es siempre la naturaleza, con especial atención a la llegada de las estaciones. Se trata de captar la belleza de un instante y eternizarla. En los haikus escritos por occidentales no siempre se mantiene esta característica.
Aquí tenéis, como ejemplo, algunos haiku escritos por el escritor argentino Jorge Luis Borges:


Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.

La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.


¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?


La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.


Oscuramente
libros, láminas, llaves
siguen mi suerte.



Como veis, en los dos últimos el tema no es la naturaleza y en el último incluso hay rima asonante.

Ahora disfrutad estos haikus de Mario Benedetti, poeta uruguayo. Como observáis, carecen de signos de puntuación y de mayúsculas.

si en el crepúsculo
el sol era memoria
ya no me acuerdo



la muerte invade
de vez en cuando el sueño
y hace sus cálculos


después de todo
la muerte es solo un síntoma
de que hubo vida


las hojas secas
son como el testamento
de los castaños


los hombres odian
presumen sueñan pero
las aves vuelan


en cada historia
el perdón y la inquina
son estaciones


Y ahora, a escribir