lunes, 10 de enero de 2022

Cuentos al azar

 Sacad a relucir vuestra creatividad y vamos a divertirnos un poco escribiendo cuentos y disfrutando de los que redacten vuestros compañeros.

¡Suerte!

1)
2)


3)

4)

5)

6)

7)

8)

9)

10)




















lunes, 8 de febrero de 2021

El alfiletero de la anjana



Un día, una anjana perdió un alfiletero que tenía cuatro alfileres con un brillante cada uno y tres agujas de plata con el ojo de oro.

Una pobre que andaba pidiendo limosna de pueblo en pueblo lo encontró, pero la alegría le duró poco porque enseguida pensó que, si intentaba venderlo, todos pensarían que lo había robado. Así que, no sabiendo qué hacer con él, resolvió guardarlo. Esta pobre vivía con un hijo que la ayudaba a buscarse el sustento, pero un día su hijo fue al monte y no volvió, porque lo había cogido un ojáncano.

Desconsolada al ver que pasaban los días y que su hijo no volvía, la pobre siguió pidiendo limosna y guardaba el alfiletero en el bolsillo. Pero no sabía que al hijo lo había cogido el ojáncano y lo creyó perdido y muerto y lo lloró amargamente, pues era su único hijo.

Un día que andaba pidiendo, pasó ante una vieja que cosía. Justo al pasar la pobre, a la vieja se le rompió la aguja y le dijo a la pobre:

-¿No tendrá usted una aguja por casualidad?

La pobre lo pensó durante unos momentos y al fin le contestó:

-Sí que tengo, que acabo de encontrar un alfiletero que tiene tres, así que tome usted una -y se la dio a la vieja.

Siguió la pobre su camino y pasó delante de una muchacha muy guapa que estaba cosiendo y le sucedió lo mismo y le dio la segunda aguja del alfiletero.

Y más tarde pasó junto a una niña que estaba cosiendo y ocurrió lo mismo y la pobre le dio la tercera aguja.

Entonces ya sólo le quedaban los alfileres del alfiletero, pero sucedió que un poco más adelante se encontró con una mujer joven que se había clavado una espina en el pie y la mujer le preguntó si no tendría un alfiler para ayudarla a sacarse la espina y, claro, la pobre le dio uno de sus alfileres. Y todavía volvió a encontrarse con otra muchacha que lloraba con desconsuelo porque se le había roto la falda de su vestido, con lo que la pobre empleó sus tres últimos alfileres en recomponer la falda y con esto se quedó con el alfiletero vacío.

Al final, su camino la llevó al río, pero no tenía puente por donde atravesarlo, de manera que empezó a caminar por la orilla con la esperanza de encontrar un vado, cuando en estas oyó al alfiletero que le decía:

-Apriétame a la orilla del río.

La pobre hizo lo que el alfiletero le decía y de repente apareció un sólido madero cruzando el río de lado a lado y la pobre pasó sobre él y alcanzó la otra orilla. Entonces el alfiletero le dijo:

-Cada vez que desees algo o necesites ayuda, apriétame.

La pobre siguió su camino, pero tuvo la mala suerte de no encontrar casa alguna donde poder llamar y empezó a sentir hambre. Entonces se acordó del alfiletero y se dijo: «¿Y si el alfiletero me diese algo de comer?».

Apretó el alfiletero y en sus manos apareció un pan recién horneado, por lo que, muy contenta, se lo comió mientras proseguía su camino. Luego, al poco tiempo, alcanzó a ver una casa, a la que se dirigió sin demora para pedir limosna, pero en la casa sólo había una mujer que estaba llorando la pérdida de su hija porque se la había arrebatado un ojáncano.

Compadecida, la pobre le dijo que ella misma iría al bosque a ver si podía encontrar a su hija.

Enseguida se acordó del alfiletero y, no sabiendo por dónde empezar a buscar, lo apretó fuertemente y apareció una corza con un lucero en la frente. La corza echó a andar y la pobre se fue tras ella hasta que el animal se detuvo ante una gran piedra y allí se quedó esperando.

Desconcertada, la pobre volvió a apretar el alfiletero y apareció un martillo. Cogió el martillo y golpeó la piedra con todas sus fuerzas y esta se rompió en pedazos y apareció la cueva del ojáncano. Entonces se adentró en ella acompañada de la corza y, aunque la cueva estaba en la más completa oscuridad, el lucero en la frente de la corza les iluminaba el camino.

Y recorrieron la cueva por todos sus rincones, hasta que en uno de ellos la pobre vio a un muchacho dormido y reconoció que era su hijo, al que el ojáncano había robado hacía tiempo, y le despertó y se abrazaron con inmensa alegría los dos y, enseguida, se apresuraron a salir de la cueva con la ayuda de la corza.

Volvieron a la casa de la mujer que lloraba la pérdida de su hija, pero entonces la pobre vio que ya no lloraba y reconoció por su porte que era una anjana.

Y la anjana le dijo:

-Esta es tu casa desde ahora. No dejes volver más al bosque a tu hijo sin cuidado. Y ahora aprieta por última vez el alfiletero.

La pobre lo apretó y aparecieron cincuenta ovejas, cincuenta cabras y seis vacas. Y así que terminaron de contarlas, vieron que la corza, la anjana y el alfiletero habían desaparecido.

jueves, 17 de diciembre de 2020

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El rey durmiente

 Taller de Lengua: la narración oral

Muchas narraciones se han transmitido oralmente de generación en generación, entre ellas los cuentos populares. Estos relatos suelen tener unas características comunes:

-El tiempo y el lugar son indeterminados (sucedió "hace mucho tiempo", o "érase una vez"  en algún lugar lejano, que no se nombra).

- A menudo hay elementos fantásticos (aunque no en todos).

- Un personaje se enfrenta con dificultades y las vence gracias a su inteligencia y/o su valor. Finalmente recibe un premio por ello.






Contesta a las siguientes preguntas:

  1. ¿Sabemos en qué país estaba situado el palacio de la princesa o en qué época vivió?
  2. ¿Cómo se enteró de la existencia del rey durmiente?
  3. ¿Qué calzado llevaba la princesa? ¿Por qué?
  4. ¿Quién era la madre del Sol?
  5. ¿De qué se alimentaba el Sol?
  6. ¿Qué relación había entre el Sol y las Estrellas?
  7. ¿Con cuántas ancianas se encontró la princesa?
  8. ¿Quién era el hijo de la segunda anciana?
  9. ¿De qué se alimentaba el aire?
  10. ¿Quién le dijo al final a la princesa cómo encontrar al rey durmiente?
  11. ¿Cuánto tiempo pasó la princesa velando el sueño del rey?
  12. ¿Cuándo se despertó el rey?
  13. ¿Quién estaba a su lado?
  14. ¿Qué regalo pidió la princesa al rey?
  15. ¿Cómo descubrió el rey que la princesa había velado su sueño?

¿Es la princesa valiente o cobarde?
Argumenta tu respuesta a partir del cuento. Tienes que demostrar que es valiente o cobarde partiendo de las acciones del personaje.

martes, 5 de mayo de 2020

La leyenda de la Tragantía




La leyenda cuenta que en el castillo de Cazorla habitaba un rey moro que tenía una hija hermosa y joven. Todo transcurría con normalidad hasta que un día las tropas cristianas empezaron a avanzar por la campiña con dirección a Cazorla. Mucho hicieron por detenerlos, pero nadie pudo. Una tarde entró en el castillo un espía llevando consigo una mala noticia para el rey: el numeroso y bien equipado ejército cristiano estaba a un día de distancia. El rey sabía que no estaban preparados para resistir el ataque, por lo que, tras mucho reflexionar, tomó la decisión que había estado temiendo desde hacía mucho tiempo: abandonar el castillo y volver a él una vez los cristianos se hubieran marchado. Todo el mundo dejaría atrás la fortaleza. Todos excepto una persona: su hija. Su intención era evitar que la joven fuera ultrajada y hecha esclava si los capturaban en campo abierto durante la huida.
Así pues, el rey mandó llamar a su hija y le comunicó su idea: "Te quedarás escondida en el sótano secreto hasta que nosotros volvamos, cuando ellos se hayan marchado. No te preocupes, ahí estarás segura".
Al alba, dejó a su hija en una pequeña y secreta habitación subterránea, en el lugar más profundo y recóndito del castillo. Tras llevarle suficiente alimento para pasar allí varias semanas, cerró la entrada con una losa ayudado por cuatro soldados. El tiempo apremiaba, presentían que el enemigo estaba ya cerca. El rey miró hacia atrás, al lugar donde dejó su corazón, lo que provocó que resbalara una lágrima hasta el fondo de su alma.

Salieron corriendo, alejándose de allí, pero, al poco tiempo, se vieron sorprendidos por el ataque del ejército enemigo. Las flechas caían sobre ellos como fuertes gotas de agua durante una tormenta. Los cuatro jinetes y el rey murieron, llevándose con ellos el secreto del castillo de la Yedra.

El ejército cristiano llegó a Cazorla y se instaló en el deshabitado castillo, de donde no se marcharon jamás.

Pasaban los días y las semanas, y la hija del rey se quedó sin comida. Para no morir de hambre, la joven bebía el agua que se filtraba por la tierra y comía los insectos que llegaban a través del subsuelo a la estrecha habitación. Era tal la humedad de las paredes que empezaron a adquirir un aspecto viscoso. La hija del rey apenas podía moverse por el reducido espacio de la habitación y con el tiempo sus piernas empezaron a unirse, adquiriendo una forma alargada y redondeada, y a recubrirse con escamas similares a las de los reptiles. Durante esta metamorfosis, la joven princesa lanzaba aterradores alaridos que aterrorizaban a los nuevos habitantes del castillo y a todos los vecinos de Cazorla cada noche.
Y desde entonces, en la noche de San Juan, los niños de Cazorla se van pronto a la cama para dormirse antes de que el reloj dé las doce campanadas de la medianoche, por miedo a que se cumpla la letra de la canción que todos conocen:

"Yo soy la Tragantía,
hija del rey moro,
el que me oiga cantar 
no verá la luz del día
ni la noche de san Juan".

jueves, 20 de febrero de 2020

Fábula de los tres hermanos




Había una vez tres hermanos que viajaban a la hora del crepúsculo por una solitaria y sinuosa carretera. Los hermanos llegaron a un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Pero como los tres hombres eran muy diestros en las artes mágicas, no tuvieron más que agitar sus varitas e hicieron aparecer un puente para salvar las traicioneras aguas. Cuando se hallaban hacia la mitad del puente, una figura encapuchada les cerró el paso.
Y la Muerte les habló. Estaba contrariada porque acababa de perder a tres posibles víctimas, ya que normalmente los viajeros se ahogaban en el río. Pero ella fue muy astuta y, fingiendo felicitar a los tres hermanos por sus poderes mágicos, les dijo que cada uno tenía opción a un premio por haber sido lo bastante listo para eludirla.
Así pues, el hermano mayor, que era un hombre muy combativo, pidió la varita mágica más poderosa que existiera, una varita capaz de hacerle ganar todos los duelos a su propietario; en definitiva, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte! Esta le ofreció al instante una varita elaborada con la madera de un saúco cercano.
A continuación, el hermano mediano, que era muy arrogante, quiso humillar aún más a la Muerte, y pidió que le concediera el poder de devolver la vida a los muertos. La Muerte sacó una piedra de la orilla del río y se la entregó, diciéndole que la piedra tendría el poder de resucitar a los difuntos.
Por último, la Muerte le preguntó al hermano menor qué deseaba. Este era el más humilde y también el más sensato de los tres, y no se fiaba de la Muerte. Así que le pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que ella pudiera seguirlo. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia capa de invisibilidad.
Entonces la Muerte se apartó y dejó que los tres hermanos siguieran su camino. Y así lo hicieron ellos mientras comentaban, maravillados, la aventura que acababan de vivir y admiraban los regalos que les había dado la Muerte.
A su debido tiempo, se separaron y cada uno se dirigió hacia su propio destino.
El hermano mayor siguió viajando algo más de una semana, y al llegar a una lejana aldea buscó a un mago con el que mantenía una grave disputa. Naturalmente, armado con la varita de saúco, era inevitable que ganara el duelo que se produjo. Tras matar a su enemigo y dejarlo tendido en el suelo, se dirigió a una posada, donde se jactó por todo lo alto de la poderosa varita que le había arrebatado a la propia Muerte, y de cómo se había vuelto  invencible gracias a ella.
Esa misma noche, otro mago se acercó con sigilo mientras el hermano mayor yacía en su cama, le robó la varita y, por si acaso, le cortó el cuello.
Y así fue como la Muerte se llevó al hermano mayor.
Entretanto, el hermano mediano llegó a su casa, donde vivía solo. Una vez allí, tomó la piedra que tenía el poder de revivir a los muertos y la hizo girar tres veces en la mano. Para su asombro y placer, vio aparecer ante él la figura de la muchacha con quien se habría casado si ella no hubiera muerto prematuramente.
Pero la muchacha estaba triste y distante, separada de él por una especie de velo. Pese a que había regresado al mundo de los mortales, no pertenecía a él y por eso sufría. Al fin, el hombre enloqueció a causa de su desesperada nostalgia y se suicidó para reunirse de una vez por todas con su amada.
Y así fue como la Muerte se llevó al hermano mediano.
Después buscó al hermano menor durante años, pero nunca logró encontrarlo. Cuando este tuvo una edad muy avanzada, se quitó por fin la capa de invisibilidad y se la regaló a su hijo. Y entonces recibió a la Muerte como si fuera una vieja amiga, y se marchó con ella de buen grado.
Y así, como iguales, ambos se alejaron de la vida.
J.K. Rowling